martes, 14 de julio de 2009

La elección en Sonora y la filosofía “luciánica”

Cuauhtémoc Mávita E./periodista
Antes de la jornada electoral del 5 de julio, los asesores políticos le aseguraron al candidato del PRI como al del PAN que contendían por la gubernatura de Sonora que los comicios iban a ser reñidos, pero “transparentes” y sobre todo tranquilos. Por lo tanto no habría conflictos post electorales que pusieran en tela de duda los resultados de la elección.
En otras palabras como se dice vulgarmente: no llovería sobre mojado, y todos contentos. Sin embargo, la realidad dice lo contrario. Ese día se escribió una historia que pasará un largo tiempo para descifrarla.
Esto nos hace recordar al célebre filósofo del Valle del Mayo, Alejandro Román Rivera, mejor conocido como el filósofo “Luciano”, aunque no precisamente el de Samósata, quien en sus “50 pensamientos de Luciano” publica un relato no apto para “genios” en el cual un rey, mientras empuña su caña de pescar para ir al lago, le pregunta al sabio si va a llover y este le contesta: “Váyase sin cuidado majestad, que este va a ser luminoso y bonito como pocos”. Así que confiado en la sabiduría del sabio se fue de pesca.
En el camino se encontró con un campesino montado en un burro que le dijo: ¡Siñor majestad! ¿a dónde va? ¡se va a mojar, no tarda en llover a cántaros!. A lo cual el rey respondió: ¡Qué sabes tú rústico campesino, si el sabio de mi palacio me dijo que hoy iba ser un día luminoso y bonito como pocos! El campesino guardó silencio y siguió su camino. Minutos después se dejó venir una fuerte tempestad que traía loco al rey y a su comitiva.
Ya de regreso en palacio hizo llamar al rústico campesino a quien le pidió que asumiera el cargo de sabio en su reino. Sorprendido ante esta oferta atinó a responderle: ¡No, Siñor majestad, yo no soy el sabio, el sabio es mi burro, ya que cuando agacha una oreja llovizna, y cuando agacha las dos es que habrá tempestad, y el día que encontré a su merced traiba las dos orejas hasta el suelo!
Ante esta declaración, ordenó el rey que trajeran al burro inmediatamente, y es por eso que desde entonces los burros ocupan los mejores puestos en los gobiernos.
Lo anterior ilustra que los gobernantes o quienes aspiran a serlo no saben la mayor de las veces escuchar a los gobernados. Confían más en sus “expertos”, la mercadotecnia política y el poder del dinero. De allí la atipicidad en el comportamiento de los electores en las urnas.
Bien decía el filósofo del Mayo, con su voz aguardentosa y a punto de doblarse por los estragos del alcohol: “Las realidades de las cosas y de los hechos, por lo general se presentan escudadas por las apariencias. La paja esconde al grano”. Es decir, los gobernantes desconocen el verdadero fondo de las cosas, sea porque los de su séquito solo les dicen lo que saben que quieren escuchar.
También a los ciudadanos nos da un repasón al participar como entidades pasivas en los enjuagues que se están llevando a cabo para “limpiar” la elección: “Idiotas, creen que la verdad se dice con la boca cerrada”.
Asi mismo a los medios de comunicación que tienen la responsabilidad de informar y formar opinión con veracidad e imparcialidad ante este estado de cosas, saca y clava su espada: “No se necesita hacerles un estudio sicoanálitico a los medios de comunicación y a los seudo periodistas, ya que en sus panfletos escriben sus propios reflejos”.
Y es fulminante: “Prefiero ser lobo flaco, hambriento en las montañas, y no perro gordo y encadenado”.
Así era “Luciano” el de Navojoa, no el de Samósata que en sus diálogos satíricos ve a los selenitas sin ano, quitarse y ponerse los ojos, a los hombres dar a luz, y presencia una guerra entre los caballeros buitres y lacanópteros, así como entre los caballeros hormiga.

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